
Numerosos estudios prospectivos realizados por médicos especialistas muestran un débil aunque no significativo aumento del riesgo de cáncer en bebedores suaves y moderados, especialmente en mujeres nunca fumadoras y en tipos de cáncer más asociados al alcohol (colorrectal, esófago, mama, cavidad oral, faringe e hígado).
En cultivos celulares, se ha observado actividad antitumoral de diversos polifenoles contenidos en el vino tinto como resveratrol, piceatanol y miricetina. Sin embargo, aunque algunos estudios parecen indicar que el vino tinto ofrece ventajas respecto a la cerveza o los espirituosos, no existen estudios amplios en humanos que hayan demostrado evidencia de que el vino previene el cáncer, ya que el efecto beneficioso de los polifenoles podría anularse o mitigarse por parte de otras sustancias. Además, existe el problema de su escasa biodisponibilidad, problema para el que se ha sugerido el uso de nanopartículas. Así pues, hoy por hoy no puede argumentarse el consumo de vino como una estrategia que ayude a prevenir el cáncer.
Cáncer de mama
Aunque algunos estudios han mostrado actividad antitumoral de los polifenoles contenidos en el vino tinto
sobre células tumorales mamarias, la realidad clínica es que el riesgo de cáncer de mama es mayor que el de abstemias incluso con bajos consumos, como se apreció en el estudio PLCO sobre 100.000 enfermeras, de las que 7500 desarrollaron la enfermedad a lo largo de 28 años de estudio. Entre 3 y 6 bebidas diarias el riesgo relativo se ha calculado en 1.15, con un aumento lineal del riesgo del 10% por cada 10 g de consumo adicional de alcohol. Siendo el riesgo atribuible a éste variable según los países, un 5% en el global de Europa. Existen datos de que el consumo de suplementos de ácido fólico puede reducir y la hormonoterapia aumentar este riesgo.
Otros cánceres
El consumo de alcohol es un predisponente comprobado para los cánceres de cabeza y cuello. Algunos
tipos de cáncer gastrointestinal como el de la cavidad oral y la faringe, así como el de laringe, el esofágico (en este caso, la variedad epidermoide, no el adenocarcinoma), el hepático y el colorrectal se asocian al consumo de alcohol, incluso a ingestas bajas, con mayor frecuencia cuanto mayor es el consumo.
En el cáncer de colon la influencia es débil aunque aumenta con elevadas ingestas de alcohol (riesgo relativo 1.15 si >50 g/d) y varía según el consumo de folato como en el de mama. Parece que en la mujer un consumo moderado de alcohol puede recudir el riesgo de cáncer de colon.
El cáncer de páncreas sólo se ha asociado a ingestas muy elevadas de alcohol.
En el hepatocarcinoma el efecto carcinogénico se vincula sobre todo a la cirrosis, aunque también existe un mecanismo indirecto en casos de infección por virus de hepatitis B o C. En la mujer existe un claro mayor riesgo de hepatocarcinoma a partir del consumo de más de 14 bebidas por semana.
Se ha descrito una reducción en la incidencia de cáncer de próstata de forma muy significativa en algunas series, igualmente con consumos moderados.
Existe controversia sobre si el alcohol aumenta el riesgo de cáncer de pulmón. En este sentido es importante el control del consumo de tabaco en los estudios. En el estudio de Framingham y en la mayoría de metaanálisis no se ha demostrado una relación, salvo con consumos muy intensos.
Otros procesos
Enfermedad del hígado, páncreas, vesícula biliar y riñón
La mayoría de estudios epidemiológicos han mostrado que la enfermedad hepática es poco frecuente entre bebedores moderados. Sin embargo en caso de consumos elevados o cuando concurren otros factores hepatotóxicos como hepatitis C la incidencia de hepatopatía y de muerte por cirrosis hepática se
incrementa de forma dramática.
El consumo elevado de alcohol es un factor de riesgo claro para pancreatitis aguda y crónica. El consumo moderado se ha asociado a pancreatitis crónica en caso de coexistir aumento de triglicéridos en sangre.
El consumo moderado de alcohol disminuye el riesgo de litiasis biliar mediante una reducción en la saturación biliar de colesterol. Este efecto se anula si la ingesta es alta y se asocia enfermedad hepática.
No se ha apreciado relación entre consumo de alcohol y disfunción renal.
Efectos favorables en diabetes
El riesgo de diabetes mellitus disminuye en bebedor ligeros y moderados, hasta 2-3 unidades de bebida diarias, asociado a un aumento de la sensibilidad a la insulina. Igualmente con estos niveles de ingesta existe una reducción del riesgo de muerte por cardiopatía isquémica en diabéticos mayores. Como contra, el consumo de alcohol puede empeorar la neuropatía diabética.
Traumatismos y fracturas
El alcohol afecta claramente a la morbimortalidad por traumatismos. Se acepta que más allá de los límites legales establecidos se dobla el riesgo de accidente de tráfico cuando la alcoholemia supera el 0,05%. El riesgo es mayor durante los dos primeros años de exposición al alcohol. Existe afectación de la capacidad de conducción a niveles tan bajos como un 0,02%. La ingesta alcohólica también se ha relacionado con la gravedad de las lesiones. El mayor riesgo se extiende también al uso de otros vehículos (bicicletas y lanchas, por ejemplo).
Por otro lado, el consumo moderado de alcohol se ha asociado a un incremento de la densidad ósea y paradójicamente también a un mayor riesgo de fracturas en algunos estudios, probablemente por un mayor riesgo de trauma o caídas.
Homicidios, suicidios, demencia
De igual manera el consumo de alcohol está asociado a un mayor uso de la violencia y una mayor incidencia de homicidios y suicidios.
Respecto a la demencia existedatos de que una ingesta moderada de alcohol puede proteger, sobre todo en mujeres y en el caso del vino, no con otras bebidas.
Aumento de la fertilidad
Un estudio danés ha demostrado un aumento significativo de la fecundidad para las bebedoras moderadas de vino, no para otras bebidas ni en bebedores intensos.