
Los alojamientos turísticos son muy susceptibles de padecer humedades estructurales, ya sea por su ubicación, cerca de zonas húmedas, costa o entornos rurales o por su actividad. Esto repercute en sus infraestructuras, por ejemplo en sus bodegas.
Muchas personas afirman que el vino es un arte. Los matices, los sabores o los gustos que transmiten son páginas en blanco para gran cantidad de paladares, donde escriben sus percepciones y recuerdan sus bondades.
El color del vino nos acerca a su naturaleza de origen y los aromas que desprenden nos recuerdan a árboles frutales, cafés recién molidos o maderas centenarias.
Por eso, es una pena que todo este mundo evocador que surge alrededor del vino se pueda ver afectado por una mala conservación del espacio que lo alberga.
La conservación del vino.
Para conservar los vinos de forma óptima hay que tener en cuenta diversos factores como son la humedad, la temperatura, la cantidad de luz o los olores presentes en su lugar de almacenaje.
Lo ideal es que el vino esté en una temperatura constante entre los 12o y 16o C. Es fundamental que no sufra variaciones térmicas excesivas. Los cambios continuos de temperatura hacen que los vinos se oxiden con mayor rapidez. Otro problema recurrente, es con uno de los elementos más importantes de las botellas: el corcho. Los cambios drásticos de temperatura hacen que el corcho se contraiga o expanda, haciendo que entre oxígeno en la botella, afectando a su sabor.
Si existe un exceso de olores desagradables o fuertes, el vino absorberá parte de esos olores y probablemente también afectará al sabor final. Del mismo modo, tanto el exceso como el defecto de humedad harán mella en el resultado final de nuestra bebida. La falta de humedad hará que los corchos se resequen, lo que ocasionará que entre oxígeno. Y el exceso de humedad, conducirá a la aparición de hongos en el corcho, produciendo unos efectos devastadores.
Un espacio óptimo y saludable.
Por estos motivos, hay que tener especial cuidado con el lugar donde almacenamos nuestros caldos. El lugar que elijamos para su almacenaje ha de ser fresco y la humedad relativa debe estar entre el 70% y el 80%.
La cuestión es que, por norma general, las bodegas o espacios habilitados para el almacenaje suelen estar bajo cota o no tener ventilación, lo que puede dar lugar a las temidas humedades.
Por esto, es imprescindible ponerse en manos de profesionales. Desde la división PRO+ de Murprotec, multinacional líder en tratamientos contra las humedades estructurales. Recuerdan que al menor síntoma hay que ponerse manos a la obra para solucionarlo de forma definitiva. Si aparecen manchas de moho, mal olor, salitre y/o desconchones en las paredes es necesario llamar a expertos para que diagnostiquen los problemas de una manera eficaz y puedan solucionarlos para siempre. Murprotec PRO+ cuenta con un equipo profesional y con la última tecnología para poder certificar hasta con 30 años la eficacia de sus tratamientos.