
En estas fechas, decir que tenemos en restauración un problema de personal, no es nuevo. De hecho, lo hemos sufrido desde siempre, es un mal endémico que hemos arrastrado generación tras generación, hasta el punto en el que nos encontramos ahora.
Una tormenta perfecta en donde el camarero se ha convertido en un artículo de lujo y que pese a pagar un dineral, cuesta mucho encontrarlos.
De esta falta de personal estos días, hay miles de artículos rondando internet, pero me gustaría ir un poco más allá. ¿De dónde venimos?, ¿Cómo hemos llegado hasta esta situación?
Pues la verdad es que es bastante fácil de entender el porqué. Hagamos un pequeño ejercicio de memoria, que siempre va bien y recordemos varias cosas:
El caso Lehman Brothers y como nos cambió la vida!!
En 2008 tuvo lugar una de las mayores crisis desde la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos y todo comenzó con el derrumbe de Lehman Brothers. Lehman perdió en sólo dos días la mitad de su valor bursátil cuando la depreciación de las carteras de deuda puso en riesgo su viabilidad como banco. Lo que provocó que la Reserva Federal y el Tesoro, le retiraran la red de seguridad, provocando su cierre y la pérdida de 29.000 puestos de trabajo en todo el mundo. Esto provocó un efecto dominó en los bancos y gobiernos de todo el mundo que empezaron a mirar a sus balances a fin de sanearlos. Hasta entonces el mercado crediticio para todo el mundo iba viento a favor, pero desde esta fecha, las cosas cambiaron mucho.
Aparecieron nuevas formas de regulación, exigencias de colchones de capital, solvencia, reputación, supervisión, llegaron las fintech (empresas que utilizan la tecnología para mejorar o automatizar los servicios y procesos financieros), se aplicaron políticas de bajos tipos de interés. Esta crisis hizo que en España se perdieran 72.000 bares, cafeterías y restaurantes, perdiendo más de 100.000 empleos directos en la hostelería.
La construcción, hasta entonces motor de la economía junto el turismo, se paralizó y muchas personas se quedaron sin trabajo. Esto provocó que el antiguo personal de hostelería que se había ido a la construcción porque se cobraba más y con mejores horarios, volvieran a la búsqueda de trabajos en el sector. Este hecho provocó que, pese a estar en crisis, hubiera exceso de personal y que no hubiera problemas de contratación, algo hasta entonces impensable, porque siempre se había padecido de problemas de personal.
Coronavius
El contexto que ha tenido para la hostelería la pandemia, ha sido dramático. Después del Estado de Alarma, todas las restricciones que se han impuesto, la nueva normalidad y por fin, el retiro de las mascarillas han creado un clima de incertidumbre e inestabilidad que ha provocado el cierre de muchos establecimientos y la reorientación de mucho personal que estaba en el sector.
La imposibilidad de atender en el local, (dando gracias si tenías terraza y vigilando de reojo el clima), buscando nuevas fórmulas de negocio tipo Take Away, implantando una digitalización rápida (y por lo pronto necesaria), hizo que muchos locales se reinventaran. Y es que a la fuerza ahorcan, a mí personalmente me dijo un propietario que había comenzado a hacer escandallos ahora… (Después de 20 años en el negocio).
Actualidad
Nuestra estacionalidad se ha visto afectada este año por una contratación en alza. La modificación de la reforma laboral, unida a una salida de la crisis pandémica y buscando salir a la calle después de 2 años, han favorecido a este crecimiento en contrataciones.
Pero ahora se ha dado otro caso, conocido en Estados Unidos como “La Gran Renuncia”. La pandemia, ha hecho que muchos hábitos que teníamos hayan cambiado de golpe en tan solo dos días. En una encuesta ha quedado reflejado este hecho, ya que el 58% de los encuestados ha dicho que el trabajo ya no es su única prioridad y el 60% prefiere tele trabajar o tener un horario más flexible que le permita conciliar con su familia o desarrollarse en otros aspectos. Esta es la gran renuncia, mucha gente se está yendo de sus trabajos para buscar mayor flexibilidad, más conciliación, en definitiva, más calidad de vida.
Cuando mencionas la palabra “hostelería”, lo que automáticamente te viene a la cabeza como asociación son cosas del tipo: “falta de conciliación”, “muchas horas de trabajo”, ”poca calidad de vida”. No hemos llegado hasta aquí porque sí. Todos los sucesos que nos han precedido nos llevan a que ahora, el personal que atiende no sea profesional, que no le guste trabajar en servicio (por lo general). O que lo haga a corto plazo ya bien sea porque estudia o porque de momento en lo suyo no hay plazas o está a la espera de encontrar de su formación, oficio o especialización.
Este déficit estructural que padecemos proviene de otras crisis, cuando el verdadero camarero se extinguió como profesión y surgieron “los nuevos camareros”, personas en tránsito de una profesión a otra, en donde no dominan el oficio y que al cabo de un tiempo se van a otro sector. Ahora nos encontramos que nos falta personal, ya no digo cualificado, sino simplemente, mano de obra. Hay más demanda que personal. Es a nivel nacional. El sector es poco atractivo, con poca conciliación y salarios bajos. Es un problema muy complejo que no tiene soluciones sencillas.
El empresario tiene que cambiar el chip y ver que el mundo, ha vuelto a cambiar. Porque no todo se soluciona subiendo el salario, sino buscando el “salario emocional”.
Este concepto hace referencia a cuestiones fuera de términos económicos, sino de la búsqueda o satisfacción de necesidades vinculadas a temas personales, familiares y profesionales, que ayuden a mejorar la calidad de vida del trabajo y del trabajador. Necesitamos tener entornos de trabajo saludables, que nuestros equipos se sientan útiles, escuchados y queridos. El personal anhela cultura corporativa saludable y que eso les haga sentir orgullo de pertenencia. Estamos escuchando desde hace tiempo la frase “retención del talento”, ¿pero qué hacemos para retenerlo? Pues prácticamente nada. Nuestro personal es nuestro mayor activo. No conseguimos nada sin un buen equipo motivado y con ganas de crecer. Hay que buscar un proceso a largo plazo, sin importarnos la edad, que hasta ahora siempre ha sido un tope. El personal senior es una auténtica joya por su implicación, sus conocimientos, su experiencia. Pero hemos preferido gente joven, básicamente porque su precio hora era más barato. Pero lo barato siempre sale caro. El equilibrio entre juventud y experiencia siempre ha sido algo primordial para tener plantillas equilibradas.
No vamos a solucionar este problema de hoy para mañana, pero sí que debemos, día a día, aportar nuestro grano de arena para que entre todos, lo podamos mejorar. Es un largo, duro y entretenido camino, que debemos, entre todos, recorrer.